La mayoría de las personas que tienen una inclinación religiosa creen en la vida eterna de los fieles, una continuación de la fuerza vital que va mucho más allá de las limitaciones de la carne mortal. En este sistema de creencias, la muerte no es el fin, sino una transformación: las personas se deshacen de sus seres corporales en el momento de la muerte, y se convierten en seres únicos que siguen viviendo como un alma para reunirse con el Creador.
Esta identidad intrínseca recibe comunmente ese nombre: “alma”, descrita en el diccionario como “La esencia inmaterial, el principio animador o la causa impulsora de una vida individual”.
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