Corría la segunda mitad del siglo XVIII. Rusia estaba bajo el mando de la zarina Catalina la Grande y por su mano, la nobleza rusa recuperaba las influencias perdidas tras la reforma pro-prusiana de Pedro III. Al tiempo, Catalina enfrentaba con gran éxito al imperio Otomano; mientras que en las altas esferas de la época, los aristócratas regían el itinerario moscovita, donde Saltikova ostentaba el título de ser la viuda más rica de esa élite.
Se sostiene que durante los primeros años de viudez, Saltychija no mostró ningún indicio de crueldad. En cambio, se caracterizaba por su personalidad noble y dadivosa, propia de una dama de su alcurnia, haciendo importantes donaciones a iglesias y asilos. Pero el amor volvió a morar en el patio de su corazón, un amor trágico que desembocaría en “el monstruo de la humanidad”, como la tildó Catalina la Grande, tras imputarla por los 38 asesinatos de los que fue oficialmente acusada.
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