Las fórmulas numéricas tienen orígenes ancestrales. Se dice que las primeras civilizaciones humanas ya utilizaban una cantidad considerable de cálculos en su día a día. Algunos hombres, incluso, se dedicaban a explicar con números cuestiones que eran meras creencias religiosas o míticas. La inspiración divina o la belleza son ejemplos bastante discutidos gracias a la ciencia y la matemática.
Uno de los casos más particulares en la historia de la humanidad es el de Fibonacci, un genio de los números. Este italiano del Renacimiento era un matemático al que se le había encargado resolver un problema con la cría de conejos. Quería saber cuántos conejos tendría en total si dejaba una pareja de para que se aparearan. Una vez que crecieran sus crías, estas volverían a aparearse y así sucesivamente. Entre los primeros padres y todas las parejas de hijos habría una cantidad determinada de conejos. Según él, esto podía calcularse con exactitud.
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