Cuerpos decapitados, asesinatos violentos, e incluso, crudas imágenes de abusos sexuales son algunas de las cosas con las que esperamos encontrarnos únicamente en el cine o la televisión. Cuando pensamos en una obra de arte, la imagen más recurrente es la de la relajación, la exploración de los sentidos o, en algunos casos, simplemente se trata de curiosidad intelectual.
Y es que aun cuando exista cierto arte “transgresor”, no se espera encontrar una obra de arte de tal grado de violencia que deba ser prohibida su exhibición al público. Sin embargo, la violencia y oscuridad no son algo nuevo, y sus antecedentes se encuentran ya en algunas pinturas que han marcado la historia de manera perturbadora y espeluznante
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